Bienaventurados los que tienen hambre y sed dejusticia, porque ellos serán saciados. Mateo 5:6.

Todos anhelamos un mundo en el que impere la justicia. Estamos cansados de ver que el hombre decente, trabajador, diligente, es explotado por gente sin escrúpulos, que únicamente le interesa llenar sus bolsillos a cualquier precio, sin importarle las personas que usa para cumplir sus fines. Nos indigna ver cómo aquel asesino, o ladrón o estafador anda despreocupado por las calles, mientras que los familiares de una víctima de manos homicidas, o las personas a quienes les han arrebatado sus bienes, tienen que tratar de reconstruir su vida lo mejor que puedan, desde las cenizas del sufrimiento y la angustia.

Pero esto no siempre será así. Dios está guiando la historia hacia el punto cumbre en que, por medio de la segunda venida de Cristo en gloria, intervendrá definitiva y poderosamente en la Tierra para acabar con la injusticia y el sufrimiento. Esta es la promesa de la Palabra de Dios: “Nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Ped. 3:13).

No obstante, para que ese mundo sea feliz y lleno de justicia, los que accedan a él tendrán que ser gente justa, recta, bondadosa, íntegra; porque de otro modo echarían a perder ese mundo nuevo y justo que Dios está preparando para sus hijos. Es que lajusticia social nunca será posible mientras quienes componen la sociedad no sean personas justas, buenas de verdad. En último análisis, el pecado es la causa última de toda injusticia social. Por eso, tener hambre y sed de justicia no tiene que ver solo con anhelar la justicia social sino, sobre todo, desear y luchar para conseguir lajusticia interior; es decir, la bondad, la pureza y la rectitud que Dios quiere producir en nosotros mediante su Espíritu Santo.

Tener hambre y sed de justicia significa reconocer que somos pecadores, reconocer el mal grosero o sutil que hay en nosotros, y desear el perdón y la aceptación de Dios. Significa suplicar que el Espíritu Santo nos limpie, nos transforme y nos llene de la bondad, la pureza y la rectitud que habitan en Jesús.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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