Él me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá. Daniel 10:20.

El Imperio Persa, que sucedió a Babilonia, fue el encargado de permitir que los judíos regresaran a su tierra, y que reconstruyeran la ciudad y el templo (ver libros de Esdras y Nehemías). Pero esto se logró gracias a una lucha espiritual que sostuvo el cielo sobre la persona de sucesivos gobernantes de este imperio, a tal punto que cuando finalmente se concreta la reconstrucción de la ciudad, el libro de Esdras nos informa: “Los ancianos de los judíos edificaban y prosperaban, conforme a la profecía del profeta “Hageo y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron, pues, y terminaron, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de Persia” (Esdras 6:14; el énfasis es añadido).

Sí, esta reconstrucción se concretó gracias a los decretos emitidos por los reyes Ciro, Darío y Artajerjes, de Persia; pero por encima y antes que ellos, se logró “por orden del Dios de Israel”.

Pero poner tal cosa en el corazón del rey no fue un asunto fácil. Toda la voluntad diabólica obró con su máximo poder para impedir esta reconstrucción, como consta en el libro dc Nehemías que te invito a leer con detenimiento. Por eso en Daniel 10:1 se le dice a Daniel que el conflicto era “grande”, a tal punto que Daniel estuvo afligido por “tres semanas” (vers. 2), el mismo tiempo que el Ser celestial sufrió oposición de parte del “príncipe del reino de Persia” (vers. 13) y por lo cual tuvo que luchar tanto ayudado por Miguel, “vuestro Príncipe” (vers. 13, 21).

Dios no impone su voluntad sobre el ser humano; no lo obliga a hacer el bien. Respeta su libertad. Pero no se queda de brazos cruzados. Siempre está obrando en la mente, la conciencia, el corazón y la voluntad de hombres comunes y de gobernantes para cumplir sus propósitos. Utiliza todos los medios lícitos posibles que no vulneren la libertad humana, pero ciertamente sin dejar de hacer todo lo posible para refrenar el mal e impulsar el bien en los corazones humanos. Tiene mil recursos visibles c invisibles, la mayoría de los cuales desconocemos.

 Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El Tesoro Escondido”
Por: Pablo Claverie







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